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Un arma de doble filo

Encuestas: con beneficio de inventario


A pesar del fracaso reiterado de las encuestas políticas en todo el país, éstas tienen sus adeptos por diversos motivos.

El candidato que aparece en el primer lugar de cada encuesta no pierde la oportunidad de utilizarla para vender su imagen de ganador. Es una reacción natural, ya que ante la papaya que le están dando no duda en utilizarla para su campaña publicitaria. El problema es que él mismo se case con la encuesta y termine creyendo ciegamente en élla.

En la selección del candidato del Polo para la alcaldía de Bogotá, María Emma era la ganadora segura de acuerdo con las encuestas. Pero no fue así, y Samuel Moreno terminó ganando con un amplio margen.

Según las explicaciones dadas por expertos en estos temas a la prensa nacional, hay que tener en cuenta algunos factores que influyen en sus resultados, los cuales se resumen así:

El tamaño de la muestra: César Valderrama -gerente de la empresa Datexco- le dijo a El Tiempo que en las diferencias entre encuestas influye el tamaño de la muestra. "Es mucho más precisa una encuesta que le pregunta a 1.000 personas que una que le pregunta a 500, éstas últimas tiene más margen de error", expresó.

La metodología de la encuesta: según César Caballero -ex director del Dane- también influye la metodología, y los resultados de las encuestas que se hacen directamente a las personas en sus casas son más precisas que las que se hacen por teléfono. "Ambas representan universos distintos", dijo.

La cobertura telefónica: Caballero puso el ejemplo de Cali, en donde menos del 85% de sus habitantes tiene servicio de teléfono residencial. Entonces, si la encuesta se hace por teléfono, "se dejaría por fuera, de entrada, al 15 ó 20 por ciento de los habitantes. La encuesta en hogares es más directa y cubre a toda la población", precisó Caballero.

Por otro lado, según Jorge Londoño -gerente de la firma Invamer-Gallup- una explicación a los cambios en las encuestas es que en las ciudades grandes hay mucho voto de opinión, que es volátil y se modifica en poco tiempo. "No es un voto que se quede muy firme a través del tiempo", dijo Londoño.

Pero la perla es que dijo que no hay que ver solo las 'cifras frías' de los resultados, sino la tendencia de cada candidato, ya que quien va subiendo seguirá así, y viceversa. "Esas no mienten. Ayudan a leer un poquito más cuál es la dinámica electoral, a contextualizar qué es lo que está pasando", precisó Londoño.

Si aterrizamos en Montería y aplicamos las enseñanzas de los directores de las firmas encuestadores al caso de la encuesta de CM& que se hizo para la alcaldía de Montería, se observa que se falla por todos lados:

·    Se aplicó a un número de 400 personas.

·    Se hizo por teléfono.

Es decir, que tiene un mayor margen de error y se dejó por fuera a un amplio sector de la población que no tiene teléfono, que en Montería no está cuantificado pero debe ser superior a Cali. Según el DANE, en Colombia menos del 54% de los hogares tiene línea telefónica. Además, el fenómeno del teléfono celular modifica el mapa de las personas que atienden en una línea fija.

Por ello, las encuestas no dejan de ser un buen negocio para las firmas que las hacen, y para los medios que aumentan la clientela con la expectativa de los posibles resultados electorales.

Tenemos un ejemplo cercano en Cartagena, en donde la encuesta de CM& daba como puntero a Juan Carlos Gossaín con 38% y en segundo lugar a Judith Pinedo con 29%, la cual se hizo a 400 personas por vía telefónica..

Pero otra encuesta, la de IPSOS Napoleón Franco, da 28% para Gossaín y 27% para Pinedo, y se hizo con 551 personas mediante entrevista personal cara a cara con aplicación de un cuestionario estructurado en hogares.

De tal manera que la conclusión es que las encuestas deben recibirse con beneficio de inventario. En ciudades como Montería, que tiene conocidas debilidades en la cobertura telefónica y no cuenta con un censo real que nos diga cómo están estratificados sus habitantes, la única encuesta que vale es la de las urnas.

© Carlos Crismatt Mouthon - Montería, octubre 23 de 2007
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